Con este sugerente título la Asociación Sancho de Beurko recoge en el último número de su revista digital Saibigain el más completo estudio realizado hasta la fecha sobre la ofensiva de Mola y la ruptura del frente vasco en lo referido a la primera semana de combates que comenzaron un miércoles 31 de marzo de 1937 y llevaron al Ejército vasco, tras una batalla de seis días, a la línea de los puertos de Barazar, Dima (Zumeltza) y Urkiola, cercenando la vida de muchísimos jóvenes, centenares de los cuales siguen en montes como Albertia, Maroto, Jarindo y otros que circundan a Otxandio y Ubidea sin que sus familias sepan realmente qué fue de ellos y a los que este trabajo intenta poner nombre o, cuando esto no ha sido posible, establecer una hipótesis de cual puede haber sido su destino, bajando en ocasiones a nivel compañía y sección. Los autores, Josu Aguirregabiria y Guillermo Tabernilla, en la tónica de los anteriores números de esta publicación, ofrecen en un formato digital libre de descarga (muy de agradecer), el resultado de un concienzudo trabajo de investigación historiográfica que aporta importantes novedades.

Seis día de guerra en el norte de Álava. Comienza la ofensiva de Mola

Gudaris del Rebelión de la Sal en Ubidea un par de meses antes de la ofensiva de Mola. Este batallón destacó una compañía en Oqueta y las otras tres entre Mirugain y San Adrián, viéndose envuelto en combates hasta el 4 de abril de 1937, en que fue retirado del frente (IRARGI).

Las operaciones se han descrito a un nivel de detalle inédito, que incluye a todos los batallones implicados; una escala a la que tanto Martínez Bande como otros autores no alcanzaron. Para obtener semejante resultado los autores se han basado en fuentes de todo tipo (documentales, bibliográficas, hemerográficas, etc.) e incluso testimonios, como la entrevista realizada a Manuel Gárate, cabo del Batallón Flandes n.º 5, que estuvo precisamente en el conocido por las tropas franquistas como “Triángulo Rojo”, formado por los montes Albertia, Maroto y Jarindo. Su relato del combate librado en el Albertia es ilustrativo de la lucha en las montañas que caracterizaría toda la campaña vasca hasta llegar a Bilbao y preludia la dureza de una larga batalla de tres meses aún no suficientemente investigada por la historiografía:

Nos ordenaron agruparnos en “La Cuadra” mientras tiraba la artillería y nadie había visto nada igual. Los que habíamos estado en Villarreal ya sabíamos lo que era estar vendidos bajo el fuego de la artillería y de la aviación. Empezamos a subir pensando que allí arriba no podía haber quedado nadie después de tanto bombazo, pero al llegar a un claro una ametralladora nos empezó a zumbar justo al asomar el morro y casi sin ver los primeros parapetos, porque todavía había mucho humo, y solamente la primera ráfaga se llevó por delante por lo menos a media docena, nos quedamos clavados, pero poco tiempo; enseguida una sección los copó por la derecha apoyados por los morteros y con todo lo que teníamos para fijarlos, y pudimos cruzar el claro y tirar para arriba.

La ofensiva de Mola sobre Vizcaya

El contexto en el que se desarrollaron las operaciones nos traslada a la primavera de 1937. Tras el fracaso de la gran ofensiva del Ejército del Norte republicano hacia Vitoria-Miranda de Ebro de noviembre-diciembre de 1936 (una operación enmarcada en la primera gran ofensiva del Ejército del Norte republicano, que pretendía aliviar la tenaza que se cernía sobre Madrid), los frentes asturiano, santanderino y vasco se estabilizaron durante el invierno y ambos bandos se dispusieron a fortificar sus respectivas líneas, especialmente el gubernamental. Paralelamente, las operaciones de los rebeldes en los frentes de Madrid y Guadalajara habían sufrido un idéntico estancamiento, por lo que en el Estado Mayor del general Franco se decidió volver a tomar la iniciativa planificando una operación de envergadura en un único frente, concentrando todos los medios disponibles en un solo objetivo, a la par que se dejaba en un segundo plano la toma de Madrid. El nuevo objetivo elegido sería la ocupación de la provincia de Vizcaya como paso previo a la eliminación de todo el frente norte, mucho más débil que el resto por su aislamiento, cantonalismo regional e inoperancia de las Brigadas Internacionales. Enfrente se encontrarían con un jefe de gabinete y ministro de la Guerra, Largo Caballero, cuya situación estaba muy debilitada por las presiones de los soviéticos, que acabarían escatimándole los aviones que el norte tanto necesitaba.

Por su parte, el general Llano de la Encomienda, jefe del Ejército del Norte republicano, no tenía el respaldo de las autoridades vascas, bajo el mando del lehendakari José Antonio Aguirre, y su actuación, que rayaba en la inoperancia, se limitó a disponer el traslado a Vizcaya de los pocos aviones disponibles (una escuadrilla de 8 “chatos”) y de los efectivos del Regimiento de Carros del Norte, que tuvieron que hacer un largo viaje desde Asturias, donde operaban en la ofensiva sobre Oviedo y su pasillo, prácticamente paralizada a esas alturas.

Seis día de guerra en el norte de Álava. Comienza la ofensiva de Mola

Las Brigadas de Navarra en la villa de Otxandio, que muestra una plaza atestada de soldados, pues el frente se encontraba muy cerca, en los puertos de Barazar, Zumeltza (Dima) y Urkiola, donde aún se librarían duros combates durante todo el mes de abril de 1937 (Biblioteca Nacional).

En estas circunstancias, el general Mola, con cerca de 43 000 hombres y otros 18 000 en fase de formación, pudo concentrar dos masas de artillería propiamente dichas (por primera vez en la Guerra Civil española), sumando un total de 130 cañones y obuses de todos los calibres, y 150 aviones de combate en aeródromos de Lasarte, Vitoria, Burgos y Soria. Su oponente, el Ejército vasco, tenía una masa de maniobra parecida en cuanto a efectivos, pero solo tenía desplegados en el estrecho frente atacado a unos 10 000 hombres y 18 piezas de artillería, la mayoría de pequeño calibre.

El efecto sorpresa no fue tal, pues tanto el Gobierno de Euzkadi como el central manejaban informaciones que apuntaban a la inminencia de la ofensiva de Mola, pero sí lo sería su intensidad. Tres brigadas de Navarra, 1.ª, 3.ª y 4.ª (la 2.ª quedó en reserva), bajo el mando del general Solchaga, llevarían el peso de las operaciones, si bien el liderazgo correspondería al coronel Camilo Alonso Vega, al mando de la 4.ª Brigada, un africanista que contaba con el máximo nivel de confianza del propio general Mola, jefe del Ejército del Norte.

Pero esta ofensiva sería conocida por marcar el comienzo del uso de la aviación como arma de apoyo directo bajo dirección alemana, con especial protagonismo para el jefe de Estado Mayor de la Legión Cóndor, Manfred von Richthofen, que mantendría un tenso tira y afloja con sus aliados españoles, llegando a escenificar un serio desencuentro con Mola al reprocharle la lentitud de un avance que tendría su explicación en la seria resistencia que planteó el Ejército vasco y en los lógicos errores de coordinación con las unidades que operaban en vanguardia.

La metodología de trabajo

El trabajo de Aguirregabiria y Tabernilla se divide en tres grandes apartados: una extensa introducción, seguida de una detallada exposición de toda la documentación consultada por los autores (incluyendo apartados específicos sobre blindados y aviación) y finaliza con el detalle de las operaciones día a día, con un total de 92 imágenes e ilustraciones, realizadas exprofeso para esta obra, de Eneko Tabernilla.

Seis día de guerra en el norte de Álava. Comienza la ofensiva de Mola Saibigain

Portada de la revista digital Saibigain n.º6: Seis día de guerra en el norte de Álava. Comienza la ofensiva de Mola, haz click en el enlace para su descarga gratuita.

Pero si algo define a este trabajo es la microhistoria, el ansia por conocer la interioridad de los detalles, ya sean procedentes de la historia personal y/o familiar como parte de un puzzle en el que cada pieza cuenta; en palabras de Pedro J. Oiarzabal:

Entiendo la historia como una historia a ras de suelo alejada de las grandes historias de arquitecturas verticales y jerárquicas, de las macrohistorias que nos alejan de la interpretación de la realidad social cotidiana. En este sentido, propongo una historia […] en primera persona, conformando comunidades de memoria viva, las cuales transcurren entre paisajes de recuerdos y de olvidos. Consecuentemente, abogo por una historia hecha de microhistorias entrelazadas de carácter cualitativo, cuantitativo y comparativo en el que las muestras orales de relatos de pequeñas historias personales construyan una narrativa histórica que ayuden a complementar otro tipo de fuentes de información y metodologías.

Y comienza con un prólogo que no deja indiferente a nadie, siendo muy significativo del momento de madurez que vive el proyecto de la Asociación Sancho de Beurko, que acaba de presentarnos el libro sobre los vascos en la Segunda Guerra Mundial que condensa los cuatro años del Fighting Basques Project y que ha sido editado por Desperta Ferro Ediciones. Una madurez que permite a estos autores abordar asuntos complejos y relacionados directamente con la memoria de una manera novedosa y valiente, siempre desde la absoluta independencia y ausencia de sectarismo, estando aún calientes los rescoldos del trabajo sobre el mito de los Basque Code Talkers de Oiarzabal y Tabernilla (el mito del uso del euskera en la batalla de Guadalcanal) que tanto ha dado que hablar desde su publicación en las páginas de Saibigain en la primavera de 2017.

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